Como el Inca Pachacutec se mantuvo ocupado con sus mejoras en Cusco, ya no tuvo tiempo de seguir adelante con sus incursiones. Debido a esto, y como sus propios hijos aún eran demasiado pequeños para llevar a cabo las tareas reales, confió a su propio hermano, Capac Yupanqui, una expedición a la costa, para visitar el próspero reino de Chincha.
Este primer encuentro con los «chinchanos» está fuertemente marcado por el intento de establecer una relación amistosa con ellos, en lugar de vencerlos por la conquista. Al llegar a Chincha, Capac Yupanqui declaró que su intención no era otra que la de obtener su aceptación de la autoridad del Cusco, y mostró la magnificencia de los incas bañando a sus curacas con regalos costosos. Las tribus costeras estaban felices de reconocer la autoridad del Inca como el precio para continuar con su pacífica forma de vida.
La prosperidad de las tribus costeras derivó de su comercio utilizando balsas oceánicas con los pueblos de la costa norte del actual Ecuador. Es más, estos «mercaderes de estilo indio» mantuvieron una próspera ruta comercial terrestre con bandadas de camélidos (alpaca, guanaco, vicuña) hacia las ciudades de Collao y Cusco.
Sólo más tarde, durante el reinado de Tupac Yupanqui, estos territorios serán debidamente anexionados.
La segunda excursión del General Capac Yupanqui
Poco después de la expedición costera, el Inca reunió a sus ejércitos para que el general Cápac Yupanqui encabezara una expedición de conquista por el camino del Chinchaysuyo, es decir, hacia las alturas de la sierra.
Cerca de Huamanga, los nativos de Parcos resistieron en la fortaleza de Urco Collac Entre las tropas de Capac Yupanqui había un jefe chanca llamado Anco Ayllo, que era comandante de un contingente de Chancas. Bajo sus órdenes, llevaron a cabo un asalto a la fortaleza rebelde con gran valentía, capturándola.
Esta noticia enfureció a Pachacutec, porque consideraba que una victoria de Chanca no se reflejaba bien en los Orejones del Cusco, por lo que envió un mensaje a Capac Yupanqui con la orden de exterminar a todos los Chancas. Sin embargo, un informe de esto llegó a oídos de la concubina del General, que era hermana de Anco Ayllo. La mujer le informó de la intención de los soldados cusqueños, por lo que el jefe de la Chanca decidió huir con sus tropas a un área en la selva donde estarían a salvo de ser perseguidos.
En ese momento, los Chancas estaban en la sierra de Huánuco, por lo que silenciosamente salían por la noche con sus pertenencias hacia las cálidas tierras de Rupa Rupa. Cuando el general Inca descubrió su deserción, los persiguió sin éxito. Luego, Capac Yupanqui continuó su marcha forzada por la sierra hasta la localidad de Cajamarca, desobedeciendo las instrucciones de Pachacutec.
Este lugar fue gobernado por Gusmango Capac, quien para esta ocasión hizo una alianza con el Chimú, y esperó la llegada de los ejércitos Incas junto con ellos. A pesar de su gran número, Capac Yupanqui salió victorioso y obtuvo un fabuloso botín que asombró a las tropas cusqueñas y que fue colocado en la plaza de Cajamarca. Parece que el general se jactaba de haber obtenido mayores tesoros que su hermano, el Inca.
Sólo entonces Capac Yupanqui tomó el camino de regreso a Cusco con su botín. Cuando estaba en Limatambo, llegaron mensajeros del Inca, ordenando la captura del general y sentenciándolo a muerte por negarse a destruir a los Chancas. Según la tradición Inca, la victoria de Capac Yupanqui le dio la habilidad y el prestigio necesarios para liderar un exitoso levantamiento contra el soberano.