Inti Raymi

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El Inti Raymi o Fiesta del Sol, fue la fiesta más importante en tiempo de Incas. Se celebraba con ocasión del solsticio de invierno -el año nuevo solar- para un pueblo cuyo principal objeto de culto era el dios Inti (el sol), en la Plaza de Huacaypata en Cuzco.

La importancia religiosa, festiva ceremonial, social y política era tal, que la fiesta se extendió en todo el Tahuantisuyo.

Después de la conquista española, la ceremonia fue suprimida por la Iglesia Católica y la sociedad andina que celebraba la fiesta del sol fue desmembrada.

El Inti Raymi fue entonces olvidado, hasta mediados del siglo XX cuando, como expresión de un gran movimiento de revaloración de la cultura nativa en el Perú, fue vuelto a la escena.

En 1944 un grupo de intelectuales y artistas cusqueños encabezados por Humberto Vidal U., decidieron recuperar el Inti Raymi de la historia y presentarlo como un espectáculo de tipo teatral, destinado a toda la población de Cuzco (Qosqo). Desde entonces, con muy pocas excepciones, ha sido representado cada año, enriqueciéndose y evolucionando por la investigación histórica.

El Inti Raymi en tiempo de los Incas era una ceremonia religiosa, ahora es una representación de teatro, sin embargo esta expresión genera un sentimiento de identidad en el pueblo, que evoca valores y recuerdos que todavía son relevantes en nuestros días, trae también al recuerdo un tiempo que vive en el corazón del pueblo de Cuzco (Qosqo).

La versión está expresada en el idioma original, quechua, con su correspondiente traducción al castellano para facilitar una mejor comprensión.

El solsticio de invierno del hemisferio sur y las cosechas propician la celebración que recuerda la más grande y majestuosa ceremonia prehispánica en homenaje al Sol. Hoy en día el Inti Raymi evoca el esplendoroso ritual inca con un guión realizado por maestros, arqueólogos e historiadores del Cuzco. La representación central se ejecuta en la explanada de la impresionante fortaleza de Sacsayhuaman, a 2 km de la ciudad del Cuzco, adonde se llega fácilmente en auto o a pie. Ahí se escenifica paso por paso, en una larga ceremonia, un reconocimiento y agradecimiento ritual al dios Sol. El Inca es conducido en andas desde el Coricancha o Templo del Sol hasta el Huacaypata (plaza mayor de la ciudad), donde insta a las autoridades a realizar un buen gobierno. Luego los participantes parten con rumbo a Sacsayhuamán, allí se realiza el sacrificio de una llama blanca y otra negra. Las vísceras y grasa de las llamas son entregadas a dos sacerdotes: en primer lugar se ofrecen los intestinos al Callpa Ricuy, para que realice los vaticinios del año, mientras que el sebo lo toma el Wupariruj para hacer sus augurios observando el humo. Los vaticinios dados por los dos sacerdotes son interpretados por el Wíllac Umo, sumo sacerdote, que los comunica al Inca. Finalmente, cuando el Sol está en el poniente, el Inca ordena la retirada y estalla así una algarabía desenfrenada que ha de durar varios días.

La Ceremonia

En la actualidad, el 24 de junio de cada año, se realiza en Sacsayhuaman, la solemne evocación del esplendoroso rito incaico, con un guión renovado y preparado por distinguidos especialistas en la materia.

En la noche de la víspera se apagaban los fuegos en toda la extensión del enorme imperio, el Tahuantisuyo, y en el Cuzco en la gran plaza Huacaypata (hoy Plaza de Armas) se concentraban todos los más brillantes personajes del imperio.

Entre las sombras, la multitud esperaba la aparición del dios Inti (sol) con gran respeto. Generales, príncipes, y toda la nobleza esperaban en profundo silencio; muchos de ellos disfrazados de fieras y otros animales de la mitología andina.

Al aparecer el sol, expresaban su reconocimiento de tenerle y adorarle por sumo, solo y universal dios, que con su luz y su virtud creaba y sustentaba todas las cosas de la tierra, agradeciéndole por las cosechas recibidas en el año.

El Inca, con la ayuda de los Sacerdotes «inducían» al dios Inti (sol) justamente cuando llegaba al punto máximo de su lejanía y comenzaba su aproximación al Cusco, a volver con el favor de sus rayos, para fecundar la tierra y para procurar el bienestar de los hijos del gran imperio del Tahuantinsuyo.

El fuego sagrado era renovado con un brazalete cóncavo de oro que se ponía contra la luz solar, cuyos reflejos se proyectaban sobre un trozo de algodón muy carmenado, el que se incendiaba en breve espacio. La lumbre sagrada era llevada al Coricancha, donde sería conservada por las Acllas.

Durante la ceremonia también se realizaba el sacrificio de una llama para vaticinar el año venidero, luego una gran marcha militar, y al final todos se retiraban y estallaban en algarabía desenfrenada que duraba varios días.

Fuente: Guión Oficial de la Evocación del Inti Raymi, Municipalidad de Qosqo.