Los ejércitos Incas y la guerrera mita (servicio forzado)
En los primeros años de dominio Inca, los ejércitos se reunían sólo una vez que las cosechas estaban almacenadas de forma segura, y los soldados eran acompañados en sus campañas por sus esposas, llamadas rabonas por los españoles, cuyas tareas eran cuidar y alimentar a sus hombres, así como curar sus heridas de guerra.
Más tarde, con la expansión territorial, se hizo imposible mantener estas prácticas tradicionales, y los ejércitos regulares fueron reclutados por el sistema de la «mita guerrera». Este sistema permitió que el acopio de tropas conquistara regiones remotas como Charcas, Chile y Ecuador, lo que implicaba para los soldados años de ausencia, y a veces ausencia permanente de sus pueblos de origen.
Tupac Yupanqui organizó sus ejércitos por escuadrones, según el origen y tipo de armas utilizadas, poniéndolos bajo las órdenes de capitanes del mismo linaje racial. Había soldados armados con macanas, hondas, porras, estólicas y otros. Los instrumentos musicales incluían tambores, trompetas de concha marina y flautas.
Los soldados se vestían de acuerdo a la moda de sus pueblos natales, y llevaban tocados de plumas con bandas de cobre, plata u oro, de acuerdo a sus filas en el ejército. En algunos casos, llevaban pintura de guerra. Antes del ataque, gritaban y cantaban canciones groseras para desconcertar al enemigo. Los cronistas cuentan que los gritos eran tan intensos que «los pájaros caían al suelo aterrorizados».
Una de las primeras conquistas del joven Tupac Yupanqui fue en Chincha, donde poco antes el general Capac Yupanqui había realizado una primera incursión, obteniendo el reconocimiento de la soberanía del Cusco sobre la zona.
También había obtenido ciertas ventajas, como la construcción de una aclla huasi con su tripulación de mamaconas que cosían ropa y proporcionaban bebidas para las tropas y adoraban como parte del acuerdo de reciprocidad, así como la construcción de una casa llamada Hatun Cancha, como sede de la administración Inca.
El reinado de Tupac Yupanqui marcó la confirmación de un tratado de reciprocidad con los Chinchanos y los Incas exigieron más tierras para el estado. Los curacas locales prefirieron aceptar los términos de reciprocidad a arriesgarse a una guerra, la cual probablemente perderían, y perturbarían su trueque comercial.
Este método explica la rápida expansión del imperio inca, ya que la mera presencia de tropas cusqueñas fue suficiente para la anexión de los principales grupos étnicos al Tahuantinsuyo. Sin embargo, aunque el sistema favoreció el rápido crecimiento del estado incaico, también fue un factor determinante de su fragilidad, ya que la aparición de las huestes de Pizarro fue suficiente para disolver los frágiles vínculos de reciprocidad entre las autoridades étnicas y los soberanos incas.
La conquista de Guarco
En el siglo XV, la curaca de Guarco era conocida por su belicosidad. Su valle estaba defendido por varias fortalezas y una muralla circundante que se interponía en el camino de cualquier ataque.
Los ejércitos incas habían seguido el camino desde la sierra a lo largo del lecho del río y habían obtenido fácilmente la rendición del pequeño reino de Lunahuaná. Muy diferente fue la actitud de los Guarcos, que resistieron durante tres o cuatro años.
En este ataque se pueden observar las primeras estrategias incas que fueron ineficaces, ya que sólo lucharon en invierno por miedo al calor del verano. Esto permitió a las tribus costeras reagruparse y consolidar sus posiciones.
Los cronistas relatan que la jefa de los Guarcos era una mujer muy bella, cuya coquetería hacía que el colapso fuera tan celoso que le pidió al Inca que dejara en sus manos la extinción de la rebelión.
Divertido por esto, el soberano estuvo de acuerdo. El colla envió una embajada a la curaca asegurándole que conservaría su puesto y que todo lo que pedía era poder celebrar una gran fiesta en honor a Mama Cocha, el mar. Una vez que toda la población había salido al mar, los Incas entraron en Guarco en silencio, apoderándose del reino desierto.
Tupac Yupanqui ingresa a Pachacamac
El joven co-regente inca llegó con sus tropas a Pachacamac, pero se acercó al santuario como peregrino después de un prolongado ayuno. La profecía del oráculo le prometió muchos triunfos y nuevas conquistas.
A pesar de su devoción, el príncipe ordenó que la construcción de un templo del Sol se llamara Punchao Cancha, para contrarrestar la influencia del dios Pachacamac, dios de la noche y de la oscuridad. El templo tenía que ser más alto que el antiguo santuario costero para mostrar la superioridad del Sol. Los sacerdotes no tuvieron otra opción que obedecer al Inca.
Expansión hacia el sur
Después de un tiempo, el joven Inca decidió probar suerte en la región selvática, tal vez para asegurar el suministro de coca. Para ello, dividió sus fuerzas en tres ejércitos, y con gran esfuerzo penetraron en la selva amazónica en una expedición de conquista (Sarmiento de Gamboa, cap. 49). Según el cronista, los habitantes del Collasuyo aprovecharon los rumores de que Tupac Yupanqui había muerto en manos de los rebeldes.
Una vez que Tupac fue informado de la situación, abandonó apresuradamente la selva para marchar contra los collas. Después de aplastar el levantamiento y mostrar su poderoso ejército en Charcas, se dirigió a Chile para conquistar la región sur. Después de unos años, Tupac hizo un regreso triunfal a Cusco. Su hermano Otorongo Achachi, a quien había dejado en la selva para pacificar la región e imponer la organización cusqueña a los lugareños, lo estaba esperando. Juntos hicieron una entrada triunfal al Cusco.